Alejandro Bestard
CEO de WEL
Cada vez que llega el ciclo de evaluación de desempeño, RRHH entra en la misma maratón: hojas de cálculo, formularios distintos, recordatorios por mail, documentos que vuelven con formatos cambiados, gente que se atrasa y reportes que se arman manualmente.
El proceso termina funcionando, sí, pero a un costo enorme: mucho tiempo invertido en tareas operativas, y muy poco espacio para lo más valioso del área: analizar, acompañar, conversar con los líderes y tomar decisiones que realmente muevan la cultura de la empresa.
Lo interesante es que, detrás de este desafío, hay una oportunidad clara. Las empresas que logran simplificar y automatizar su proceso de evaluación liberan una cantidad enorme de tiempo administrativo. Y cuando eso pasa, aparece algo que muchas áreas de RRHH sienten que les falta: foco estratégico.
De repente, la evaluación deja de ser un operativo desgastante para convertirse en un insumo valioso de conversaciones, decisiones y desarrollo.
Hace poco escuché la historia de Mariela, gerente de RRHH en una institución financiera de 250 personas. Ella repetía el mismo ritual cada seis meses: plantillas en Excel, correos masivos, carpetas por área, versiones que se pisaban unas con otras. En teoría, el proceso estaba “ordenado”, pero en la práctica consumía semanas de energía del equipo. Y lo más frustrante era que, al terminar, casi no quedaba tiempo para analizar el talento, entender qué necesitaban los colaboradores o acompañar a los líderes.
El punto de quiebre llegó cuando se preguntó: “¿Por qué esto nos consume tanto si se repite siempre?”. A partir de ahí, decidió simplificar, estandarizar y apoyarse más en tecnología. Formularios más claros. Recordatorios automáticos. Un solo lugar para centralizar información. Reportes que ya no tenían que armar desde cero.
No fue un cambio de un día para otro, pero logró algo enorme: recuperar casi 70% del tiempo operativo del proceso. Ese tiempo extra lo usaron para lo que realmente hace la diferencia: retroalimentación de calidad, sesiones con líderes, conversaciones de desarrollo y decisiones basadas en datos.
Cuando uno observa casos así, hay un patrón claro. Las áreas de RRHH que funcionan mejor no son las que hacen procesos más complejos, sino las que hacen procesos más simples y predecibles. Y en esa línea, hay un pequeño marco que siempre funciona:
También vale la pena derribar algunos mitos. Mucha gente cree que “la evaluación de desempeño siempre es compleja”, cuando en realidad es compleja solo cuando es manual.
Otro mito es que “para que sea completa debe ser larga”. En la práctica, lo simple genera mejores respuestas, más sinceridad y menos resistencia.
Y tal vez el mito más fuerte: “un proceso digital es caro”. Lo caro es invertir cientos de horas del equipo en tareas repetitivas que la tecnología puede resolver sola.
Al final, todo se resume en algo sencillo: RRHH no debería gastar su energía en administrar evaluaciones, sino en darle sentido a esos datos. Cuando el proceso está ordenado y automatizado, lo que aparece es tiempo, claridad y foco. Y ese es el verdadero diferencial.
Si querés dar el primer paso hacia un proceso más simple y estratégico, te dejo una herramienta práctica para empezar: Ingresa tus datos en el formulario de abajo, y Descargá la Guía de Desempeño Express para instituciones financieras, con los pasos esenciales para rediseñar tu próximo ciclo sin perder semanas de trabajo operativo.
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